sábado, 26 de septiembre de 2009

La excentricidad del emperador: Las Rosas de Heliogábalo de Lawrence Alma-Tadema (1888)


El siglo XIX es sin duda el gran periodo de la pintura de historia. Grandes cuadros, con un lenguaje retórico y grandilocuente que miraban hacia los grandes hechos de la humanidad. Si hay un pintor al cual podemos identificar con esta corriente ese es Lawrence Alma-Tadema, de origen holandés, pero que desarrolló su actividad artística en la Inglaterra victoriana. Se especializó en la representación de temas de la antigüedad clásica, entre los que se encuentra este cuadro, Las Rosas de Heliogábalo.
Heliogábalo, fue un emperador marcado por la polémica. Con tan sólo 14 años llegó a gobernar Roma, siendo asesinado cuatro años después en un complot organizado por su propia abuela Julia Mesa y miembros de la guardia pretoriana. ¿Pero qué ocurrió para que los hechos se desencadenaran de esta manera?.
Heliogábalo nunca escondió su homosexualidad, hecho que llevado hasta el extremo precipitó su caida posterior. Los historiadores romanos nos dicen que el emperador se pintaba los ojos, se depilaba y lucía pelucas con las que se prostituía en tabernas y prostibulos en la ciudad y en el propio palacio imperial. Se casó con cinco mujeres, pero parece ser que no les prestó mucha atención, ya que contrajo matrimonio con un atleta de Esmirna llamado Zótico. Además ofreció enormes cantidades de dinero al médico que pudiera dotarlo de genitales femeninos, con lo que ha sido considerado como uno de los primeros transgéneros conocidos.
Aparte de todos estos hechos, Heliogábalo parace que tenía un carácter cruel y que tendía a la excentricidad. Son conocidas las anécdotas de las situaciones a las que sometía a sus invitados. Se dice que ofrecía fruta hecha de cristal o marfil a sus comensales, que estaban obligados a comerlas ya que la etiqueta así lo exigía. Otra de sus bromas pesadas es la que aparece representada en este cuadro.
En una ocasión, Heliogábalo invitó a comer a su mesa a una serie de personajes romanos. Mientras disfrutaban de la comida ordenó que una lluvia de violetas y rosas cayera desde la parte superior del salón. Fue tal la cantidad de flores que empleó que muchos de los comensales murieron asfixiados. Este es el episodio que recoge Alma-Tadema en su cuadro, en una composición que nada hace presagiar el trágico destino de los que allí se encuentran.
El emperador, vestido con una túnica dorada, contempla desde una tribuna la escena, mientras los invitados se hunden ante la marea de flores. Una de las mujeres mira al espectador con una mirada lánguida y perdida, tal vez intuyendo su final.
Considerado como una figura maldita, siglos después Heliogábalo fue adoptado como un símbolo del movimiento decadente inspirando óperas y obras literarias.
El precio de la excentricidad pagado con la vida, el caso de un emperador llamado Heliogábalo.

1 comentario:

  1. Gracias por le articulo , tenia curiosidad lo que estaba representando ese cuadro

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