lunes, 12 de octubre de 2009

La Belleza del Cuerpo: El paso de los griegos entre nosotros

Hoy finaliza la exposición “La belleza del cuerpo: arte y pensamiento en la antigua Grecia” que desde el mes de Abril se encontraba abierta al público en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ). Miles de personas han podido contemplar parte de la colección que el Museo Británico atesora sobre el mundo griego, actuando como polo de atracción la copia romana del Discóbolo de Mirón.

Lo primero que me vino a la cabeza al volver a ver la exposición fue como un museo inglés ha podido reunir una de las mayores colecciones sobre arte griego, teniendo en cuenta que Inglaterra nunca tuvo un contacto directo con la Grecia antigua.
La respuesta es bien sencilla, la oportunidad y el expolio jugaron el papel mas importante.Hace aproximadamente un año pude visitar en Londres el museo británico,con la única intención de ver los mármoles del Partenón. Es curioso; he podido ver lo que queda del Partenón en su totalidad y para ello he tenido que visitar tres paises diferentes. Atenas, París y Londres conservan partes de un monumento único y esencial para conocer el arte griego.






Recuerdo que la sensación que tuve al ver los frisos en Londres fue estar ante un espectaculo fuera de lugar. Estas obras fuera de su contexto original perdían parte de su sentido.
La historia de cómo llegaron los frisos del Partenón a Londres es la siguiente. A principios del siglo XIX, Grecia no era un país independiente como lo es en la actualidad, sino que estaba ocupado por el imperio otomano, que mas o menos comprendía el actual estado turco.


Thomas Bruce, conde de Elgin, oficial inglés en la Atenas ocupada, fue quien aprovechó esta coyuntura y compró los mármoles al gobierno turco. Para los turcos el Partenon no tenía significado alguno y vieron la oportunidad de ganar dinero con la venta de lo que para ellos no era mas que un montón de piedras. Así, de 1801 a 1805 los frisos fueron arrancados del monumento y llevados a Londres. Evidentemente los griegos nada pudieron hacer para evitar este expolio.









La primera en reivindicar su vuelta a Atenas fue la cantante y actriz Melina Merkouri, mientras fue ministra de cultura de Grecia. Sus esfuerzos fueron infructuosos, pero marcó la conciencia de que aquellos frisos habían sido comprados ilegalmente a un imperio que no representaba los intereses de los griegos. Muchas han sido las excusas esgrimidas por el Museo Británico para no devolverlos. Una de ellas, ha sido argumentar que en Grecia no hay un lugar digno para exponerlos.

El gobierno griego se puso manos a la obra y recientemente ha inaugurado el nuevo Museo de la Acrópolis, uno de los más modernos del mundo, y en el que hay una sala exclusivamente destinada a mostrar esos mármoles. Aun así los ingleses no los han devuelto.


Para un griego es trágico que para conocer lo mejor de su cultura tenga que viajar al extranjero. Imaginemos que los ingleses o los franceses tuvieran que viajar a Atenas para ver la Torre Eiffel o el Big Ben. Los griegos siguen esperando a que los mármoles algún dia vuelvan a estar junto al lugar para el que fueron concebidos.










La exposición del MARQ ha sido un recorrido visual por la belleza entendida por los griegos. Una belleza que enamoró al mundo occidental y que conquistó culturalmente al mundo romano. La simetría y la proporción han formado parte de un recorrido expositivo que ha encandilado al público que ha podido contemplarlo.

Pero al mismo tiempo hemos acudido a un espectáculo oculto y casi imperceptible. Algo tan antiguo y tan habitual que pasa desapercibido. El expolio por parte de las grandes potencias del patrimonio cultural. Los griegos nos dieron el teatro, la filosofía, la democracia y un concepto del arte diferente y nuevo. Occidente, con el paso de los años se ha encargado de arrebatárselo.











(FOTOGRAFÍAS DE LA EXPOSICIÓN "LA BELLEZA DEL CUERPO: ARTE Y PENSAMIENTO EN LA GRECIA ANTIGUA" Fotos Víctor M. López Arenas)

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