lunes, 21 de diciembre de 2009

Edvard Munch: Nacido bajo el signo de Saturno


Siempre se ha considerado que los artistas son poseedores de una personalidad única, que los hace diferentes al resto de los mortales. Marcados por su genio artístico y una percepción diferente de la realidad, no pueden abstraerse de los impulsos de su fuerza creadora.
Esta idea ha permanecido en el subconsciente colectivo, como si fuera una verdad mas, asociada al mundo del arte.
Rudolf y Margot Wittkower, hicieron hincapié en esta idea en su libro "Nacidos bajo el signo de Saturno". En él hacían un recorrido por la vida de los artistas desde la antigüedad hasta la revolución francesa, incidiendo en la creencia popular, de que estos nacían bajo la influencia de Saturno, lo que hacía que tuvieran un caracter taciturno y melancólico.
Tal vez, Edvard Munch sea un ejemplo paradigmático de esto. La oscuridad de su obra está en perfecta consonancia, con sus propias experiencias personales.
Munch nace en Noruega en 1863. De forma temprana pierde a su madre y a una de sus hermanas a causa de la tuberculosis. Bajo la tutela de su padre, un paranoico religioso como lo definió el propio Munch, inicia sus estudios de ingeniería que abandona para formarse como pintor. Su viaje a París y el conocimiento de los pintores simbolistas serán determinantes para el desarrollo posterior de su obra.
La familiaridad de Munch con el sufrimiento y la angustia, hará que su obra sea un reflejo del lado mas oscuro del alma humana. "Ansiedad", "Melancolía" o "Desesperación" serán algunos de los títulos de sus obras.
Con un estilo muy personal y una utilización simbólica del color, Munch buceará en los sentimientos del hombre, en su angustia vital, en un lado oscuro que es indisociable de la esencia humana. El propio Munch sufrió un trastorno bipolar, al que atribuía su genio artístico.


Sin duda, cuando pensamos en este pintor, lo asociamos mentalmente a un cuadro que se ha convertido en un icono de la historia del arte; "El grito". Se ha querido ver en esta obra una representación de la ansiedad del hombre moderno. Pintado en 1893, es sin duda una representación de la tensión y el sufrimiento que las dos guerras mundiales traerían al ser humano.
La escena se desarrolla sobre un puente. El punto de vista está tomado desde arriba. En primer plano un personaje, lívido, blanco, como si de una calavera se tratara. Sostiene con sus manos su cabeza, mientras desencajado lanza un grito que hace vibrar el paisaje que se encuentra a su alrededor. Todo se ve afectado por el grito desesperado del hombre, mientras sobre el puente dos sombras parecen acercarse a lo lejos.



Munch volverá a representar el mismo escenario en dos de sus obras, "Desesperación y "Ansiedad". En ambas, el puente, el cielo del ocaso teñido en sangre y el lago seguirán siendo testigos mudos de la escena representada. En el primero de ellos la figura se humaniza ensimismada en sus propios pensamientos. Las figuras del fondo no se acercan sino que por el contrario se alejan. La soledad es total. El hombre solo junto a un paisaje que es reflejo de su angustia.
Por el contrario Ansiedad nos muestra a un grupo que se acerca al espectador. Sus rostros bien parecen máscaras, que despersonalizan a cada uno de los representados. Todo en el ambiente está cargado. Hay una atmósfera opresora que avanza al ritmo de la comitiva que como penitentes se van acercando hasta casi salir del cuadro.
La enfermedad de Munch se agraba al final de sus días. Queda ciego de un ojo, sufre agorafobia, alucinaciones y una especie de manía persecutoria. Muere en 1944, como un artista consagrado, donando la totalidad de su obra a la ciudad de Oslo. Un gesto magnánimo de quien comprendió lo oscuro del alma humana, tal vez porque nació bajo el signo de Saturno.

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